viernes, 27 de enero de 2012

Encuentros de barrio, encuentros humanos

Propongo un relato. Un ejemplo de un día cualquiera, en una barrio cualquiera, en una ciudad cualquiera de nuestra geografía.

Me levanto y veo que el grifo gotea. Decido desayunar, tomar fuerzas y buscar la manera de solucionar el desaguisado.
Bajo pues a la panadería de abajo donde Concha me ha guardado ese croissant que tanto me gusta. Le pregunto si conoce algún lampista. "Claro, hija" me dice, "mi yerno mismo. Espera que lo llamo." Sonrío. El yerno llega en media hora y arregla la gotera. Le doy las gracias, le pago y me pregunta si yo hago webs. "Sí. ¿Necesitas una?".

En dos semanas, el yerno de Concha la panadera tiene la web montada. No hace mucho que vivo en este barrio y gracias a uno de sus socios me entero que existe una cooperativa de consumo ecológico. Me acerco a curiosear y preguntar cómo funcionan. Me apunto. Uno de los socios tiene un gato. "¿Te importaría ir a mi casa a ponerle la comida? Me marcho unos días y necesito que me echen una mano." me dice. Le cuido al gato   y él cuida la mía cuando me voy yo.

Josep, que regenta el súper de la esquina, me regala un juguetito para la gata y "otro para el gato de amigo". Solemos hablar y más de una vez me cuenta las dificultades de la señora Rosa, del cuarto, para subir las bolsas de la compra. Las sube él, a veces las subo yo si me la cruzo en el portal. Y así, hablando, cooperando, ayudando y sonriendo, voy formando mi comunidad del barrio. Donde al final todos ganamos y somos mejores.


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