viernes, 14 de septiembre de 2012

Compras con sentido


Miró a su alrededor y recordó lo que le dijo su primer cliente, aquel que entró poco después de que abriera la Tienda. “Tienes que bajar los precios, al lado venden más barato y nadie te conoce por aquí.” Él era nuevo y le hizo caso y bajó los precios. Aun así, había pasado casi un año y no había conseguido que su Tienda arrancara, si seguía así tendría que pensar en dejarlo.

Recordó también como aquel primer cliente regresó justo cuando había decidido cerrar. Había envejecido algo y tenía el aire sereno de quién ha aprovechado el tiempo viendo muchas cosas. Con su estilo directo le dijo que había estado viajando por el mundo y que había visto cerrar muchas tiendas. “Pensé que las personas no compraban por los precios altos. Pero no. Lo que pasa es que los vendedores no les hablan al corazón”.

Reflexionó y se dio un tiempo más antes de echar la persiana definitivamente. Pensó que conocía a casi todas las personas de su alrededor y que sus precios no eran tan altos. Observó a esas personas, habló con ellas y esta vez intentó saber más de su vida. Él también les contó de la suya y entonces, se le ocurrió algo.

Miró de nuevo a su alrededor, comprobando satisfecho los resultados de su idea: Cada de una de las cosas que vendía tenía una pequeña etiqueta hecha a mano, por él mismo, y en cada etiqueta había un nombre. Eran los nombres de sus clientes, de sus Personas Clientes. Las estanterías estaban llenas de nombres, llenas de personas.

Pronto ya no hizo falta pensar en cerrar nada, en poco tiempo estuvo claro que comprar en aquella Tienda tenía Sentido para sus Personas Clientes y que la Tienda seguiría abierta mientras las personas encontraran Sentido en ella.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Puedes comentar el post aquí