sábado, 9 de julio de 2011

El diálogo y la máquina de café. Flexibilizando moldes

En el libro Construir Comunidad se describe un peculiar enclave dónde suceden muchas cosas, a pesar de que no haya acción: la máquina de café. Ante ella se engarzan diálogos despojados de cargos institucionales y rangos salariales, corsés que muchas veces impiden las relaciones en la vida real. Ante la máquina de café las personas del libro son Carmen, Pilar, José Luís, Raquel. Sin más. Hay confidencias e intimidad, escucha y diálogo, personas y… personas. 

La máquina de café aparece así como un espacio neutro, donde la persona completa se manifiesta y en el que la comunicación es fluida. No hay miedo de felicitarse, de proponer ideas, de preguntar por la familia, de invitar a una bebida, de conocerse un poco más. La confianza crece y esto provoca que, a la larga, todo el talento humano de Landscape se cohesione y quede bien engranado. 

Durante un proceso de implantación del programa Building Communities en una organización que se realizó algunos meses atrás, una de las propuestas de las personas empleadas fue reunirse periódicamente con los directivos en unas sesiones “de café”. Se entiende que aquí el café es lo menos importante. Lo que realmente pedían estas personas empleadas era poder relacionarse de tú a tú con las personas directivas. 

Estos, al recibir la propuesta, se mostraron sorprendidos primero. Entusiasmados después. La idea les pareció acertada, la adoptaron y hoy en día las sesiones de cafés entre directivos y empleados se han convertido en un espacio de relación innovador de donde han surgido buenas iniciativas para mejorar el rendimiento empresarial. Las personas empleadas se sientes escuchadas, tomadas en cuenta y más implicadas con la organización. Las personas directivas conocen mejor a las primeras, saben de sus motivaciones y confían más en ellas. De hecho, están avanzando en la Construcción de Comunidad.

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